La Sala Pérez Estrada del Ateneo de Málaga presenta la exposición La fragilidad del acero, del artista malagueño Juanjo Almeda, que se inaugura el viernes 10 de enero a las 19:30 horas.
EL POÉTICO ACERO DE JUANJO ALMEDA
Por Juan Miguel González
Este hombre espigado y enjuto, que con hábito de estameña pasaría por monje franciscano, es poeta y escultor y tiene la inusual costumbre de la discreción y el recato, virtudes insólitas en estos tiempos de ruidoso exhibicionismo narcisista, donde zascandilean tantas notorias y notorios.
Juanjo Almeda ha elegido el acero –que es el granito del hierro- para su obra escultórica realizada a mano, utilizando sólo la soldadura eléctrica y las amoladoras, con las que configura sus piezas, de un innegable aliento poético.
La simbología de estas esculturas aluden y representan la peripecia existencial del autor, tanto en el plano espiritual como el morfológico. Ejemplo de ello son la reproducción a tamaño natural de Los dedos del poeta, así como Autopsia de un enamorado, No jueguen con mi corazón y el Arco de Eros, entre otras. Manos que domeñan el arduo y gentil soneto. Corazón lacerado por la aflicción de un amor desventurado, y el Arco de Eros, con sus dos flechas –en el mito- de oro y plomo, de desigual suerte: el amor dichoso o el infortunado. La bella escultura Vencejo, con influencia del Art Déco, es el tributo rendido a uno de estos pájaros que el artista recogió de la calle y curó y cuidó con la ternura con que il poverello de Asís amaba y conversaba con las criaturas de la creación. Contraviniendo el dogma de la deconstrucción de buena parte del arte contemporáneo, con su idolatría de lo novedoso, Juanjo Almeda ha preferido el Realismo, por ser el estilo con el que mejor se identifica su temperamento poético.
María Zambrano, que definió al poeta como “el hombre devorado por los espacios del bosque”, escribió: “La realidad es lo sagrado, y sólo lo real lo contiene”. Para Ortega, su maestro, “el hombre es un ser de proyectos líricos”.
Los venablos de oro, los vencejos…
“Pájaros del día más largo y del más largo deseo”.
Sobre el autor
Juanjo Almeda es un artista originario del malagueño barrio de El Palo, donde nació a principios del verano de 1975. Sus primeros contactos con el acero tuvieron lugar de manera industrial allá por el 97 y durante once años trabajó desde en grandes manifestaciones urbanísticas hasta en piezas monumentales del espacio urbano, puliendo su maestría en la soldadura y la carpintería metálica.
Almeda es un rara avis. Difícilmente a nivel internacional se puede encontrar un escultor que trabaje directamente cincelando con el disco de la radial la masa maciza de acero de manera pura, desbastando y lijando en busca de la forma, sin el uso de moldes o fundición.
Desde 2017 ha trabajado en espacios propios o en los talleres de Instalaciones Pedraja (de Jesús Pedraja) y Metal Global (de Daniel Román), donde ha tallado piezas diversas para dejar ver su fascinación por los libros, los pájaros, la anatomía… o representando los grandes temas como el deseo, el amor apasionado, la espiritualidad o la ecología, sin dejar atrás la experimentación y la búsqueda de significación fuera del realismo.
La sensibilidad de Juanjo Almeda, también poeta, salta de sus versos a la cementita para contarnos a través de su obra una historia que arranca desde el origen de la creación para pasar por distintos estadios físicos y emocionales que necesitan transcender, representándolos a través de esculturas que nacen del mismísimo corazón del acero. Ha trabajado incluso con el wolframio, el metal más fuerte de la tierra, contrastando tal dureza con lo sutil de la temática que pone a su servicio, al servicio de una vulnerabilidad tan propia como humana que no finge, para mostrarse al mundo sin miedo.
LA FRAGILIDAD DEL ACERO
Es la fragilidad del bello y duro acero
tan frágil como el cuerpo, también como es el alma.
Parece ser muy frío e inane estando en calma,
mas todo es sólo aspecto, templado, gris, austero.
Es su fragilidad como la de la forma
que adquiere con las manos frágiles de un artista.
Se torna en redondez, arruga, hueco, arista,
se esculpe cual la vida nos talla con su horma.
Transmite, con estático fluir y con sentido,
el vivo movimiento que en él pervive ausente:
la inerte realidad labrada en un latido,
la efímera verdad que hay en lo presente,
la imagen de un concepto que ha sido ya vivido
en la visión del alma y en ojos de la mente.
Juanjo Almeda
Entrada libre hasta completar aforo.