«No habrá nunca una puerta. Estás adentro y el alcázar abarca el universo y no tiene ni anverso ni reverso ni externo muro ni secreto centro».
J. L. Borges
«Deriva esta exposición de otro proyecto que por diversas razones no se ha podido llevar a cabo. A veces parece que todo está predeterminado y así lo veo ahora que estamos a punto de colgar en las paredes de La Antesala del Ateneo estas obras de Rafael Alvarado. La primera idea giraba en torno a un concepto expositivo que se podría catalogar como una exposición antológica, pero desde la particular visión de un coleccionista. Es decir, una obra elegida bajo un criterio ajeno al propio artista. Me parecía que esa otra visión, mostraba sobre todo una mirada endogámica del propio artista hacia el arte (Referencias a otros, recursos clásicos, lo expresivo y el dibujo como armadura) y se hacía muy presente la ausencia, o mejor dicho se hacía patente una escasa presencia en la colección, de una reflexión social que en la obra de Alvarado entendía yo consustancial. Descubrí entonces un Alvarado poliédrico que, aunque fiel a sus principios, a veces se distanciaba de sí mismo para reencontrarse una y otra vez con la historia del arte o con lo que es lo mismo, consigo mismo y el objeto artístico.
Miles de obras apiladas cuidadosamente en un almacén, contenían lo que seguramente era gran parte de lo que en el arte contemporáneo se había hecho en nuestro país, allí a lo largo de pasillos que no eran otra cosa que los resquicios que las propias obras de la colección dejaban para que se pudiera pasar, se encontraban perfectamente enmarcadas, decenas de obras del pintor. Entonces pensé: Aquí podría vivir el Minotauro. Hacía muy poco que yo había realizado La Casa de Asterión, escultura cuyo título hace referencia al minotauro de Borges. Y, por tanto, no pude evitar, viendo todo aquello, recordar todo ese mundo borgiano que habla sobre la soledad, la imposibilidad de comunicarse, la propia identidad y la realidad múltiple y caleidoscópica que descubrí entonces en aquellos cuadros de Rafael Alvarado.
Por razones que no vienen al caso el proyecto de exposición deriva, como dije al principio, en otro proyecto que de ninguna manera hubiera sido así si no hubiéramos transitado por aquel “laberinto”.
Esta exposición reúne una serie de cuadros que, vistos hoy, en este invierno de 2021, no nos pueden dejar impasibles. ¿Qué son esas ratas que transitan por la ciudad? ¿En qué ciudad habitan los inmóviles hombres-esculturas o los visitantes que pasean con ruedas en los pies por sitios con una clara identidad monumental, pero sin sus propios habitantes? La ciudad de los museos vacía y laberíntica está pintada aquí, antes de que se vaciara de sus últimos ocupantes, como una premonición tan real que ahora parece mentira».
Cayetano Romero, comisario de la exposición