«¿Por qué no hacéis vos de más poderosa forma la guerra a ese sanguinario tirano, el Tiempo?»
– Shakespeare
Shadows on the new man
Esta última obra de Fau Nadal me recuerda, en algunos aspectos, la novela de Tom Spanbauer El Hombre que se enamoró de la luna. La novela trata, esencialmente, de la educación de un joven que transita una vía mística en la búsqueda de su identidad. Pues bien, las pinturas de la exposición me evocan el universo que plasma Spanbauer por el aislamiento del personaje protagonista y su descripción lirica del mundo. De esta manera, Fau transmite que, sobre el hombre actual, se ciñen sombras siniestras y acuciantes, pero –quizás la propuesta- es que, haciendo un ejercicio de introspección social e individual, se puede revertir, en un camino de iniciación, para volver al Edén perdido y olvidado.
Las obras que se exponen en el Ateneo de Málaga se organizan en dos series -“person” y “eden”- que plantean cuestiones sobre el ecologismo, la libertad individual y la responsabilidad social. Hacen reflexionar sobre un futuro incierto que no será, por nunca jamás, el Edén pretérito. Dibujan un futuro atroz para hacernos pensar –tal vez, actuar- antes de que sea demasiado tarde. Ambas series se complementan y dialogan, ambas nos hablan del aislamiento, la desolación, la ceguera y el espacio inhabitado. Ni siquiera la belleza redime en un mundo violento que no da tregua. El acierto -la verdad- es un sofisma semienterrado donde la razón está ausente.
El hombre está contra las cuerdas, roto, angustiado y vislumbrando un futuro despiadado. Así, por ejemplo, en Person Shadow una sombra anónima en la que solo se ven los pies del personaje, da a entender la incomunicación del personaje. El hombre contemporáneo está inhabilitado socialmente, no tiene herramientas para ni siquiera pretender encontrar el Edén, y, por otra parte, tiene una idea confusa de quién es, e incluso, no sabe qué es lo quiere conseguir. Eden Refuge qué es, un refugio o es, tal vez, una cárcel dorada en la que el individuo quiere estar porque no se halla a sí mismo y no desea apostar por la convivencia civilizada. En Person crystal Wall apreciamos idéntico silogismo sobre la incapacidad, o, la falta de voluntad de querer acceder al Edén como irónicamente se explicita en Float como símbolo de la ceguera que nos hemos impuestos a nosotros mismos. Al hombre actual no le interesa pensar pues si lo hace solo tendrá dos opciones ser un revolucionario o un suicida. ¿quién sujeta nuestras cadenas (Eden cave canem) ?, Cerbero ¿es el “gran hermano” en nuestro afán por ser eternos mediante modificaciones genéticas? Aunque siempre existe la esperanza si realmente la buscamos con ahínco (Eden two hands) pero teniendo cuidado con los nuevos profetas políticos o de cualquier índole (Person Messiah). Quizás nos estamos escondiendo, ocultos a plena vista, de nosotros mismos (Eden home) o estamos en una huida hacia delante en la que revolotea la idea de “salvase el que pueda” (Eden cainita). Adormecidos por el horror y paralizados de no saber qué hacer (Person prósopon) tal vez lo que pretende es huir a las estrellas (Eden Afterplanet).
Acompañar las imágenes con palabras ha sido un hilo conductor en la obra de Fau desde hace cierto tiempo. No son, necesariamente, un complemento sino un altavoz que amplifica el mensaje y –tal vez- modifica dicha imagen para desposeerla de una primera intención poética y dramática, asimismo un complemento dicotómico que enriquece el discurso, un iceberg de significados donde se enveran imagen y palabra; todo ello salpimentado con altas dosis de ironía –tal vez, sarcasmo-. Así, el uso de la yuxtaposición de imagen y palabra, es una forma de quitar a la imagen su pureza muda, pero, a la vez, dotarla de un sesgo mágico. En los visillos del anochecer flotan, estampadas, las palabras que dicen sin decir, se dispara una bala equivocada y asoma, con disimulo, la enigmática figura.
Se plasman figuras clausuradas en soledad, ebrias de desolación. Qué difícil es cerrar los ojos para olvidar el futuro. Edén innominado, atestado de individuos aislados, solos. Edén perseguido infructuosamente porque ahora las personas son simples estadísticas en el consumo de los media. El teórico Edén es un lugar semiolvidado donde se amaga felicidad con la razón secuestrada por el consumismo. Caminan sonámbulas por una oscuridad que no repara en su propia sombra, doloroso e inútil aprendizaje en la búsqueda constante de aquello que no se encuentra, razón tullida para cavar desengaños. Los días se suceden en un itinerario de erosiones lentas pero eficaces para el desasosiego. La dialéctica no existe, las masas están adocenadas, la filosofía es despreciada, la realidad está impostada. La relaciones sociales y personales se han convertido en una carrera de obstáculos llenos de concertinas. La desigualdad es tremendamente acuciante. Si el dogmatismo es la causa, la generalización el efecto. El piadoso bochorno de lo correcto. Duda, incertidumbre, hastío, pero hay que tener un outfit correcto. Ser un fingidor demasiado educado o tremendamente vocinglero. No hay gama de grises, está todo “extremestizado”.
Corolario: Viene a mi memoria la exposición que hicimos en mi galería (“Que la tierra te sea leve”, 1991). En aquella ocasión se desplegó una serie de biombos. Aunque lejana en la resolución formal, hay un hilo conductor desde aquella fecha a la actualidad. Conceptualmente es similar, los biombos ahora son imaginarios y denotan la situación del hombre contemporáneo, encadenado a las tecnologías que aparentemente le ayuda, pero en realizad le esclaviza. Se puede observar en la trayectoria de Fau Nadal que ha andado muchos caminos, abierto muchas veredas, navegado y atracado en cien riberas. Transitado por líquidos espejos escuchando cantos de arcaicas cadencias mientras que sombras coloridas y severas con la grave tonalidad de la esperanza resuenan en escala hacia las estrellas.
– Pedro Pizarro
