La exposición es un recorrido fantástico por los recovecos de la infancia. En un entorno espacial sin determinar, como puede percibirse el de nuestros primeros movimientos en el mundo, Galea crea escenas que indagan en el inicio de nuestras relaciones con lo familiar. En estos espacios se encuentran los cuerpos de lxs niñxs con los elementos que la cultura ha creado para generar un mundo de fantasía, tranquilizador y “bonito”, en el que con colores vibrantes y saturados lxs niños plantean juegos y acciones no tan inocentes como el color y las referencias compartidas podrían hacernos creer en una primera observación. Sin duda, Galea ha querido representar en esta exposición el encuentro entre lo familiar y lo siniestro valiéndose de estas escenas de aparente ingenuidad.
Concha Galea (Sevilla 1957), es una artista visual que forma parte de la generación de pintores malagueños de los ochenta, con quienes comparte las señas de identidad estética y el eclecticismo propios de la década. La trayectoria de Galea se ha caracterizado sobre todo por la búsqueda de una representación acorde al curso de su propia vida, pero en todo momento impregnada de ficción y fantasía. También repleta de imágenes paradójicas que invitan a pensar y son, al mismo tiempo, una muestra de su deseo de conocer y comprender la situación y la vida de las mujeres en el presente. Esta búsqueda puede verse observando la construcción de ficciones en sus cuadros, que describen y, a menudo desvelan, relatos y vivencias de las que con frecuencia solo tenemos pequeños vestigios en nuestra memoria.
Son destacables en el trabajo de Galea las figuras inscritas en el paisaje, pero sobre todo el desnudo femenino. En sus representaciones pictóricas, Galea sabe utilizar tanto el color como el conocimiento de los movimientos figurativos, el paisaje histórico, y la pintura de finales del siglo XX, que tanto le incumben. Es particularmente interesante la narrativa en torno a la naturaleza que estructura sus cuadros. También destaca en su trabajo cómo se sitúa la mujer en este espacio natural, donde el agua parece jugar un papel simbólico relevante. El contraste que plantea Galea en su obra es la claridad; un propósito que apela a un/una observador/ra que quiera mirar de frente, que no necesite quedarse en el detalle. Un espacio al que, que tanto sus figuras como nosotrxs como espectadores, somos invitadxs a entrar y ser testigxs de la complicidad que genera en las figuras la narrativa desarrollada por la artista. Figuras que, en cualquier caso, no están ahí para ser miradas en su desnudez, sino para que ellas piensen y cuestionen el lugar que ocupan como seres humanas en la naturaleza. Podemos constatar que la fragilidad de sus figuras denota otra mirada sobre el cuerpo muy conscientemente construida.
En Cinética de la memoria, el cuerpo es el de las relaciones maternofiliales y el de la infancia. Aquí, mediante la pintura, Concha Galea indaga en la memoria de las emociones, con seguridad depositada en los cuentos infantiles, que en nuestro fuero más íntimo podemos recuperar con solo percibir un olor, captar un gesto … otras veces cruza nuestra mente como un rastro onírico difícilmente retenible pero que, inconcebiblemente, nos lleva a otro lugar sin aparente relación. Por eso es la paradoja tan pertinente al tema.
En esta exposición vemos un giro. Un cambio que se da, no solo en la temática, sino también en el tratamiento de la pintura y el color, principalmente en este último. Para quienes conocen y siguen a Galea en sus exposiciones, verán un desarrollo de los colores desde los sombríos matices boscosos de su serie anterior, a los de esta serie, rosas, azules, verdes saturados y brillantes, que nos retrotraen a la infancia. También son una novedad, las escenas en las que no hay una sola figura, sino la interacción de dos o más en acciones a veces extrañas, impregnadas de ironía. Quizás sea esta la característica más sobresaliente de esta muestra, la ironía y la paradoja, que se advierten de manera sutil en los referentes, en las incongruencias espaciales y narrativas; la cuestión de las dimensiones y la proporción que, en Cinética de la memoria, juegan a favor de las vivencias que invoca.
– Isabel Garnerlo Díez
Comisaria de la exposición