Por JUAN J. APONTE
Texto seleccionado en el Concurso de Relatos “El amor en los tiempos de la guerra”, exclusivo para los Clubes de Escritura del Ateneo de Málaga Párrafos Atenienses y Atenea Inspira
Querido padre:
Supongo que cuando reciba esta carta estará calentado el cuerpo al amor de la lumbre mientras madre trajina con la olla. Ayer entramos en combate con el enemigo, ese al que nos enseñaron a odiar mientras marchábamos a su encuentro bajo las banderas de la ignorancia. En el fragor de la batalla, no vi en sus ojos más que el reflejo de mi miedo, de igual modo que el suyo se reflejaría en los míos. Las heces que el terror arrancó de mis entrañas no fueron capaces de enmascarar el olor acre de la pólvora y la sangre derramada tras la acometida a bayoneta calada contra un muro de cuerpos. Dijeron que eran bárbaros, mas no hallé frente a mí sino a campesinos atemorizados que, como yo, empuñaban un fusil que apenas sabían usar.
Pronto estaré de nuevo en casa; en cada surco del arado; en el olor del heno del establo; en el mugido de la vaca cuando madre la ordeñe; en el rocío de la mañana cuando usted unza la mula para la labor; en el agua fresca del arroyo que mis hermanos baldeen; en la primera golondrina que anuncie la primavera, y volaré sobre la huerta donde usted volcará sus anhelos y temores rogando que llueva para no perder la cosecha.
Cuide de mis hermanos como cuidó de mí. No dude en acariciar con sus manos callosas el rostro de la pequeña María. El áspero roce de sus dedos le será tan suave como el arrullo de madre cuando nos acunaba.
Solo espero que mis hermanos jamás descubran, como yo, al atravesarme una bala mi cráneo, que la única patria por la que merece la pena morir es el calor del abrazo de los tuyos.
Vuestro hijo, que los quiere.
VOCALÍA ACCIÓN LITERARIA
La añoranza, en una voz que se muere, tiene el inmenso poder de la palabra.
Enhorabuena, Juan J. Aponte