Por ANTONIO ROMERO ARCAS
Hubo un tiempo, era yo veinteañero, en que por el Perchel no se pasaba. El Llano era un territorio mítico del que no se salía vivo. Escuchábamos historias de mayores que se consideraban supervivientes de sus aventuras percheleras. Armengual de la Mota era una frontera que pocas veces se cruzaba, sobre todo si éramos de la lejana Zona Este (recuerdo a mi abuela diciendo: “¡Quién va a ir al Corte Inglés!”, con un tono de sorpresa dado lo lejos que ella consideraba esos barrios).
Un día, no sé ni de dónde veníamos ni por qué lo hicimos, Francis y yo cruzamos aquel Mordor esperando encontrar a Tina Turner vestida de Mad Max detrás de cualquier esquina.
El barrio en aquellos años era un laberinto de calles estrechas, abandono, dejadez y suciedad; languidecía a finales de los 80 y las excavadoras ya estaban haciendo su terrorífico cometido en muchas calles.
Sobrevivimos y al llegar al Pasillo de Santo Domingo, no sé si por San Jacinto o Santa Rosa vimos que en las fachadas, tras capas de cal, se veían pinturas, figuras humanas, columnas y capiteles. Fue la primera vez que fui consciente del tesoro barroco que escondían las calles, las plazas de aquella Málaga que fue barroca: era la Casa del Administrador, magnífico edificio civil que poco después fue demolido. (Dónde están sus pinturas sigue siendo un misterio).
Málaga debió de ser de color, solo color, una colorida ciudad, una ciudad barroca tardía en una Europa que volvía a la frialdad neoclásica.
Muchos años han pasado y hoy Málaga puede presumir de tener un amplio repertorio de estas fachadas murales barrocas recuperadas. Fue un estilo muy democrático ya que encontramos casas de una planta con una simple greca pintada alrededor de las ventanas y puertas o grandes palacios como el Solecio,
Fachadas de conventos como la entrada al Pasaje Chinitas, iglesias como San Juan,
San Felipe,
Santiago o el Sagrario.
Patios de antiguos conventos como el Vicente Espinel (Gaona).
Encontramos ladrillo fingido en Postigo de San Agustín; arquitectura fingida en calle Beatas, en la plaza de la Virgen de la Penas y en Calle Parras; lágrimas o gotas en calle Mártires y en Postigo de San Agustín.
El caso de calle Mártires es interesante puesto que aparecen dos pinturas superpuestas, lo que nos lleva a ver la evolución y la perdurabilidad de esta moda de decorar las fachadas.
Palacios de indianos comerciantes con su torre para vigilar la llegada de barcos al puerto, en calle Torregorda.
En el asolado Perchel sobrevive la Casa del Obispo y una casa en calle Calvo.
Encontramos también iconografía religiosa, poca, pero curiosamente los tres ejemplos son una Trinidad: calle Peña, Plaza Camas y calle Postigos.
Ah, y una Inmaculada
Destacan también las fantasías geométricas como en calle Gaona, calle Horno o la capilla de la Piedad.
Y el magnífico ejemplo de figuración, camello incluido, de Pozos Dulces.
Queda mucho patrimonio por recuperar en el Centro, en Lagunillas, en la zona de San Felipe. Patrimonio que en muchas ocasiones no disfrutan los malagueños ya que son viviendas turísticas.
La actual Deriva de la ciudad nos lleva a ver esos balcones preñados dieciochescos llenos de toallas y bañadores al sol para que el turista vaya al día siguiente a la playa.
Sí, Málaga fue color y hemos recuperado una pequeña parte de aquel esplendor.
FOTOS: Antonio Romero
¿Quieres ser un boquerón a la deriva? Lee la invitación que enviamos a los artistas y escritores que colaboran en Derivas. Extravíos en la ciudad del paraíso. Ciento quince aceptaron jugar y nos enviaron sus propuestas. Pero hay infinitas “derivas” posibles. ¿Se te ocurre alguna? Lee con atención el texto de la invitación https://ateneomalaga.org/wp-content/uploads/publicaciones/derivas/contraportada-derivas.jpg y piérdete, sueña la ciudad, invéntatela…, luego envíanos tu texto a: blog@ateneomalaga.org
Las derivas seleccionadas se difundirán a través de las distintas plataformas y canales del Ateneo de Málaga.
“DERIVAS. Extravíos en la ciudad del paraíso” es un proyecto creado y dirigido por Vicky Molina y Lidia Bravo
VOCALÍA ACCIÓN LITERARIA
Esto es buenísimo, me ha gustado el tratamiento a Málaga.
Málaga fue color, dice Antonio, mientras escribe su semblanza de auténtico malagueño de pro.
A mí que Málaga siempre me fue contradictoriamente linda y rechazable, se me ha anudado la garganta leyendo su deriva, sobre una ciudad en la que nunca viví.
No es justo. Antonio ya era un poeta antes de la deriva. Será difícil superar su lírica mirada sobre la Málaga del siglo XXI, la que convirtió antiguas joyas arquitectónicas en otras, más….