Por VICKY MOLINA
El escritor y traductor, Premio Nadal de novela, también Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, licenciado en filología inglesa y máster en poética por el New College de California, habla con la Vocalía Acción Literaria del Ateneo de Málaga sobre su singular proceso creativo, de la literatura que le hace olvidarse del resto del mundo y la dificultad de encontrar libros que lo consigan, de sus miedos y muchas cosas más.
A pesar de que sigue sin saber por qué escribe, reconoce que también lo hace para no sentirse invisible.
Alejandro Palomas, con la verdad por delante, “aunque duela”.
Cómo es técnicamente eso de escribir con los ojos cerrados y qué suma, en su caso, a la creación
Sumo muchísimo porque no veo palabras, veo blanco. No veo cómo el texto avanza, sino imágenes que mi imaginación, nunca mejor dicho, va creando en una pantalla irreal. Es una experiencia tridimensional en la que yo estoy dentro siempre, participo de la acción y voy viendo la trama a mi alrededor. Nunca escribo desde fuera y eso solo puede hacerse cerrando los ojos, no viendo nada más que lo que refleja la pantalla de tu mente.
Suena a proeza eso de escribir una novela en un mes, ¿cómo es ese tiempo, sus rutinas…?
Eso es una leyenda urbana, salió durante la noche del Premio Nadal porque un periodista lo publicó o se dijo en alguna radio, no recuerdo exactamente. Yo escribo esta especie de película en la que vivo y desde la que creo. Este estado de tridimensionalidad suele durar tres meses y medio o cuatro, más allá de eso no puedo seguir escribiendo, estoy totalmente agotado. Es una experiencia orgánica, no solo mental así que escribir una novela en un mes para mí sería imposible.
Sobre el tiempo y las rutinas durante el proceso: me levanto, escribo, desayuno, sigo escribiendo, hago mucho deporte, es cierto, un par de horas al día, tiro con arco, voy al gimnasio, paseo con los perros, pero estoy siempre en soledad, son cuatro meses muy solitarios. En general mi vida es muy solitaria, pero esos meses son de encierro absoluto e intento estar ajeno a lo que ocurre en el exterior, salvo contadas ocasiones y personas que forman parte de mi círculo más íntimo, el resto desaparece. Me alimento muy bien y cuido todo lo que debe ser cuidado para que mi cuerpo y mi plexo rindan lo máximo posible y ahí no escatimo en nada, tengo que estar al cien por cien, cuesta mucho pero lo consigo, que la maquinaria esté bien para que después pueda flotar tranquilamente.
¿Por qué escribe?
Eso quisiera saber yo. Creo que escribo para llegar a saber por qué escribo y creo que a muchos y muchas nos pasa exactamente lo mismo. También escribo para que me quieran, es así. Suena un poco simple, pero escribo para que me vean porque muchas veces me siento invisible.
Qué libro, de los que no ha tirado, literalmente, por la ventana, recomendaría encarecidamente
Recomendaría “La puerta”, de Magda Szabó; “Kramp”, de María José Ferrada y “El estilita”, de Uri Costak.
Cree que los concursos son una (buena) manera para poder dar el salto a la publicación. Algún consejo para los escritores desesperados…
Bueno depende del concurso, creo que la mejor forma es insistir, escribir para publicar, escribir para el otro, escribir para el público, no escribir para ti y ser consciente de que estás escribiendo para eso. Ese es el paso número uno. En segundo lugar, buscar los mecanismos para que los editores te lean, un concurso no es necesariamente la mejor opción para llegar a un editor, porque las novelas pasan muchos filtros y el editor no lee todas las novelas que se envían, con lo cual las posibilidades son pocas. Si lo ganas, muy bien, pero lo cierto es que estás jugando con muy pocas probabilidades para llegar a un fin. Hay que diversificar y moverse, hay que ser muy proactivo. Una cosa es escribir y la otra publicar.
Sobre el consejo para los escritores desesperados, pues la desesperación es muy mala consejera, por lo que debe desaparecer, y creo que una buena forma es que si estamos hablando de publicar, no de escribir que es otra cosa, lo único que puedo decir es que a quienes quieran vivir esto en profundidad es que no tengan miedo de conocerse y que cultiven la originalidad. Al final, la originalidad es lo único que va a llevarles donde quieran, no hay más. Lo demás es secundario.
Tengo entendido que ha dejado de leer, ¿qué tiene que tener un libro para recuperar a un lector como usted?
No he dejado de leer, pero me cuesta mucho encontrar lecturas, no termino de encontrar lo que quiero, salvo en el caso de las novelas que he comentado antes, en ese caso, leo con fruición y me encanta, pero me cuesta mucho encontrar lecturas. Un libro tiene que tener alma, una voz y música propia. Tiene que estar hablándome a mí, cuidándome, el autor o autora tiene que estar mirándome todo el rato, como si estuviéramos sentados en el banco de un parque y me estuviera contando un cuento para que yo me olvidara del resto del mundo.
Ha dicho en alguna entrevista que el día que se atrevió a ser usted mismo su vida cambió, ¿cómo fue ese proceso y en qué ha afectado a su literatura?
Fue el día que dejé de pensar que no merecía las cosas que tengo, ni que me tocan, el día que dejé de tener el síndrome del impostor, de que siempre estoy de prestado y eso sucedió durante una presentación de “Una Madre”. Simplemente me di cuenta que estaba intentando ser lo que lo demás esperaban de mí y lo había llevado a un extremo maléfico. Ese día me quedé en blanco durante el acto y empecé a hablar así tal y como estoy hablando ahora: “Lo siento me he quedado en blanco porque lo que me ocurre es que estoy cansado de ser quien no soy”. Y en cuanto me sinceré con el foro, mi vida cambió, mi forma de relacionarme con mis lectoras y lectores, con mi público, con las expectativas que yo creo que genero, etc. y me afectaba mucho.
En cuanto a cómo esto se ha podido reflejar en mi escritura, yo siempre he escrito igual, mi proceso de creación ha sido siempre muy parecido y he tenido mucha seguridad a la hora de escribir, pero es cierto que ahora soy más lúdico, desde entonces he ganado en eso, no en seguridad en mí mismo, porque mentiría si dijera eso, pero sí juego mucho más.
Usted que le ha escrito tanto al amor, cómo cree que es el amor ideal, y también real, de pareja
Yo no creo que exista un amor ideal, creo que existe el amor a cosas, el amor a momentos, el amor a experiencias, el amor a personas en un marco determinado, pero el amor es como la vida, no sé todavía lo que es la vida, no sé lo que es la muerte, el amor, no sé, es como algo que está ahí, abres, lo sientes, vuelves a cerrar, lo quieres, lo no quieres, es como un punto de partida, un punto de llegada, un punto de referencia. El amor de pareja no lo recuerdo bien realmente, no lo sé, no tengo ni idea. Hace tanto que no tengo pareja que no lo recuerdo. Prefiero hablar del amor a circunstancias. De chispazos de amor. Esos sí existen.
¿Tiene algún lema?
La verdad, aunque duela.
¿Es feliz?
Bueno. A veces estoy satisfecho con lo que soy, con cómo me veo, con cómo entiendo el mundo y con cómo consigo sobrevivir a muchas cosas. La felicidad, durante mucho tiempo, en mi ideario de felicidad, ha sido el alivio y ahora muchas veces consigo estar aliviado y estar muy tranquilo conmigo mismo, eso me provoca mucha felicidad porque ha sido muy costoso para mí.
*Foto Palomas: Òmnium / Dani Codina
VOCALÍA DE ACCIÓN LITERARIA DEL ATENEO DE MÁLAGA