Por RAFAEL PORRAS ESTRADA
El druida lanzó los dados sobre el tablero. El que llevaba incrustado un árbol en el hueso llegó a mí, en silencio, pegando saltitos como un jilguero.
A mis años, no venía a predecirme el futuro, pero cumplió el azar, arrastrándome a lo más profundo de la nostalgia: a un paisaje de lomas recogidas, a los bosques de matorral y cedros, que te guardan.
Y a tus pies, asomada al azul cobalto del mar Tirreno, la luminosa Cefalú.
Te he visto, bajo el árbol encastrado en el hueso; rodar hacia mí, has tensado la raíz y su copa; punzándome desde tu ausencia.
CLUB PÁRRAFOS ATENIENSES
TEXTO SELECCIONADO EN EL CONCURSO ESPECIAL DE RELATOS “EL PUENTE”
Vocalía de Acción Literaria del Ateneo de Málaga
Cuánta belleza desplegada en un juego de dados. Felicidades, Rafael.