Por ASUNCIÓN CABELLO LÓPEZ
Amanece nublado. A ella le da igual. Está decidida. Se enfunda un vestido estrangulador de sus sobradas carnes, velo opaco sobre cara circular, tacones altos, guantes oscuros, uñas carbón. Mira su imagen frente al espejo de acuerpo, «perfecta, estás que te sales». Coge un ramo de crisantemo secos, que deja colgar de su mano hacia abajo. Sale a la calle. El cielo de nubes bajas, acompaña su mantecosa figura. Los tacones se doblan a cada paso. Nota subir a su cara la maldición de las bestias. Se controla con respiraciones profundas. Estruja el ramo con ambas manos.
Camina hacia las afueras de la ciudad. Busca una puerta amarilla en una casamata. La última vez tardó dos horas en dar con ella. «Ahí está». Se acerca. Llama con sus nudillos sebosos. La inquilina abre. Mira con ojos saltones a ella, y al ramo de difuntos. Se echa hacia atrás.
—Qué, ¿te gusta mi regalo de cumpleaños? —dice la visita.
—¿Pero tú de qué vas?
La enlutada le planta contra el pecho el ramo de doce cabezas. Se le arrima por el lateral y le da un fuerte beso en la mejilla. Un perro grande de pelo rizado y patas altas sale de la cocina, ladrando. Olisquea las medias oscuras y regresa por donde ha venido, tras identificar el olor de la aparecida.
—¿No me digas que no has captado la profundidad de mi cariño al verme?
—¿Qué dices?
—¿Ves mi luto riguroso, lo ves? Pues así me vestiré en tu funeral y quiero que me veas ahora, porque entonces no podrás y necesito saber cuánto me lo agradeces.
—¿Te estás oyendo? Tengo 47 años, dos menos que tú, y estoy sana.
—¿Sana? Eso nunca se sabe. Tu aspecto es de lombriz desnutrida.
(*)—¡Traed madera, traed madera!,—grita desde el televisor Groucho Marx.
—¿Oye, no gritaba Groucho: ¡más madera en vez de traed madera!? —pregunta la oronda.
—¡Qué va, eso es un bulo popular! —dice la futura muerta.
—Hay que ver cómo es la gente —argumenta la preguntona de antes.
—Anda que tú —se desquita la que se niega a morir.
—Lo mío contigo es auténtica devoción, amiga —y se le cae un lagrimón.
Amanece nublado. A ella le da igual. Está decidida. Se enfunda un vestido estrangulador de sus sobradas carnes, velo opaco sobre cara circular, tacones altos, guantes oscuros, uñas carbón. Mira su imagen frente al espejo de acuerpo, «perfecta, estás que te sales». Coge un ramo de crisantemo secos, que deja colgar de su mano hacia abajo. Sale a la calle. El cielo de nubes bajas, acompaña su mantecosa figura. Los tacones se doblan a cada paso. Nota subir a su cara la maldición de las bestias. Se controla con respiraciones profundas. Estruja el ramo con ambas manos.
Camina hacia las afueras de la ciudad. Busca una puerta amarilla en una casamata. La última vez tardó dos horas en dar con ella. «Ahí está». Se acerca. Llama con sus nudillos sebosos. La inquilina abre. Mira con ojos saltones a ella, y al ramo de difuntos. Se echa hacia atrás.
—Qué, ¿te gusta mi regalo de cumpleaños? —dice la visita.
—¿Pero tú de qué vas?
La enlutada le planta contra el pecho el ramo de doce cabezas. Se le arrima por el lateral y le da un fuerte beso en la mejilla. Un perro grande de pelo rizado y patas altas sale de la cocina, ladrando. Olisquea las medias oscuras y regresa por donde ha venido, tras identificar el olor de la aparecida.
—¿No me digas que no has captado la profundidad de mi cariño al verme?
—¿Qué dices?
—¿Te estás oyendo? Tengo 47 años, dos menos que tú, y estoy sana.
—¿Ves mi luto riguroso, lo ves? Pues así me vestiré en tu funeral y quiero que me veas ahora, porque entonces no podrás y necesito saber cuánto me lo agradeces.
—¿Sana? Eso nunca se sabe. Tu aspecto es de lombriz desnutrida.
(*)—¡Traed madera, traed madera!,—grita desde el televisor Groucho Marx.
—¿Oye, no gritaba Groucho: ¡más madera en vez de traed madera!? —pregunta la oronda.
—¡Qué va, eso es un bulo popular! —dice la futura muerta.
—Hay que ver cómo es la gente —argumenta la preguntona de antes.
—Anda que tú —se desquita la que se niega a morir.
—Lo mío contigo es auténtica devoción, amiga —y se le cae un lagrimón.(*) “Los Hermanos Marx En El Oeste”
Especial de microrrelatos con motivo del “FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA 2021”
Colaboración fuera de concurso “LO QUE EL VERBO SE LLEVÓ”, de la coordinadora del Club de Escritores «Párrafos Atenienses».
Vocalía de Acción Literaria del Ateneo de Málaga