LECTURA DE VERANO
Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan. (Stephen King)
“Porque nada sucede solo, en el mismo momento en que su hija era secuestrada, Diego apuraba su tercera copa de vino de la noche. Antes de tomar otra, se recordó a sí mismo que había prometido no beber demasiado. En él, el alcohol tenía más efectos que la simple borrachera. Por desgracia, era una promesa difícil de cumplir, ya que se encontraba en el XII Congreso Internacional de Novela, un evento de cierta resonancia que todos los años celebraba puntualmente en Barcelona la editorial Limbo, con el objeto de tomarle el pulso a la narrativa actual, si tal cosa era posible. Diego no solía participar en congresos literarios porque odiaba teorizar sobre literatura en general y sobre la escritura de sus novelas en particular, especialmente sobre la de Sangre y ámbar, su primera obra, la novela que diez años atrás, como la varita de un hada despistada, lo había convertido para su sorpresa en un escritor superventas. Cómo y por qué la había escrito era un secreto que pensaba llevarse a la tumba, pesara a quien pesara. Si este año había aceptado participar en el evento era porque sabía que Armand Tejada, su escurridizo editor, también se dejaría ver por allí, lo que le ofrecía la oportunidad perfecta de propiciar alguna charla fortuita en la que poder contarle el argumento de su nueva novela.
Por desgracia, los tres días de congreso habían transcurrido sin que se lo hubiera encontrado vagando a solas por los pasillos, de modo que el cóctel de despedida era la última ocasión de que disponía para lograr llevar a cabo su misión. Diego había acudido del brazo de Laura, su mujer, y durante un rato, ambos habían deambulado por el fastuoso salón del hotel, fingiendo alternar mientras él trataba de distinguir la menuda figura de Tejada entre la concurrencia. Cuando al fin había atisbado su reluciente calva, experimentó el mismo regocijo que debían de sentir las urracas al vislumbrar algo brillante. Pero antes de poder iniciar ninguna maniobra de aproximación, se había visto rodeado de un grupo de colegas con ganas de cháchara. También venían escoltados por sus parejas, una de las cuales enseguida pegó la hebra con Laura. Su mujer podía hablar de cualquier cosa con cualquier persona en cualquier momento, así estuviera en la proa del Titanic mientras se iba a pique, y aunque Diego consideraba aquello como una especie de don, esa noche habría preferido que Laura estuviera afónica o directamente fuera sordomuda. Resignado a permanecer embarrancado en aquella esquina del hall, a escasos metros de su objetivo, atrapó al vuelo su tercera copa de la noche de la bandeja de un camarero y, después de propinarle un ávido trago, sonrió a sus colegas tratando de mostrar la misma relajada despreocupación que ellos.
Tras los saludos de rigor y unas cuantas generalidades sobre los predecibles derroteros del congreso, cuya única utilidad parecía ser llenarle los bolsillos a los ponentes, la conversación, como inevitablemente ocurría siempre que él estaba presente, derivó hacia Sangre y ámbar, su exitosa novela.
—Si os digo la verdad, por mucho que quiero a mis tres hijos, no sé yo si para salvarles la vida podría haber superado algunas de las pruebas que Diego plantea en su libro ”.
EL ABRAZO DEL MONSTRUO, de Félix J. Palma (Edit. Destino, 2019)
Vocalía de Acción Literaria del Ateneo de Málaga