Por JESÚS ALBERTO GIL
Texto seleccionado en el concurso de cartas «PASTILLAS DE PAPEL», destinado a los pacientes de la planta de Infecciosos del Hospital Regional Universitario de Málaga a través de la Enfermera Cartera
Madrid, 26 de enero de 2022.
Apreciada amiga:
Permíteme que te tutee y te denomine amiga. Y es que amistad también equivale a compañía y yo, con esta carta, quiero ofrecértela desde el corazón y con las manos. Esas manos que a mí tanto me ayudan. ¿Sabes? Soy ciego total y vivo en esta ciudad de prisas y acogida, muy alejada de mi pequeño pueblo soriano en el que nací. De ahí la importancia de mis manos con las que sé cómo son las cosas y leo a través del braille historias fascinantes. Son muchos los años que hace que perdí la vista, pero durante todos ellos, por encima de los golpes, los obstáculos y hasta los rechazos, he llegado hasta aquí para sentir que incluso yo puedo hacer algo por alguien: transmitir fortaleza, consuelo y esperanza. Y ese alguien quiero que seas tú, aunque no sepa tu nombre ni tu aspecto, qué más da, si el corazón es el que ve.
Quiero que mis palabras te lleguen sin distracciones de la vista, que las sientas profundas y reveladoras, sencillas, eso sí. Porque, si cierto es que por los pequeños gestos se conoce a las grandes personas, no hay mejor cosa que la sencillez. Sí, la sonrisa es algo muy sencillo y fácil de hacer, sólo falta curvar los labios e imaginar; también el beso es sencillo, nada más se necesita buscar una mejilla donde darlo, no digamos ya, unos labios, otros labios, qué magia.
Así que, desde la sencillez, te quiero contar que me gusta mucho aprender y que sigo siendo, pese a mis 55 años, muy curioso. Me sorprendo cuando me explican cómo son los colores de esa flor que huele tan bien o cómo viste la chica cuyo taconeo me lleva a fantasear con sus curvas. Me fascina comprender ese cuadro que Celia, la voluntaria de la ONCE, ahora también ya amiga, me lo describe viéndolo para mí. Hay muchas cosas por las que entusiasmarse y muchos momentos que recordar. Y luego sentarme en una mesa de cafetería con encanto e Historia, el Chinitas de Málaga, pongamos por caso, y soñar con protagonizar historias románticas, encuentros misteriosos y aventuras de cuento, mientras saboreo un té y un trozo de tarta de queso, pongamos por caso. Tampoco le hago ascos a una cañita con su tapa o pitufo. No creas, que ver no veré, pero no se me da mal el buen comer jejejejjejejeje.
Quiero que sientas mi mano cogida a la tuya enviándote calor y fuerza, que te dejes llevar por la imaginación y vueles alto, aunque te duela. Es divertido hacerlo. Yo lo hago, tú habrás de cerrar los ojos y sentirlo, yo no necesito cerrarlos, pero sí sentirlo igual que tú. Y haciéndolo atravesaremos el abismo de la distancia y el tiempo, nos daremos la mano, incluso un beso y sonreiremos contándonos batallitas de vida. Te contaré el miedo que sentí la primera vez que, con poco más de veinte años, cogí un bastón blanco por la calle y cómo pensaba que se me venían todos los coches encima y me pegaba a la pared que, como decía la canción, me llenaba de cal o aquello de que cuando quise desayunar un café con churros le cogí al vecino de barra los suyos que no eran tales, si no porras y más y más. Y tú seguro que me cuentas también otras con las que reírnos a carcajadas porque hay que darle color a la vida y saber eso de que, si la suerte te da la espalda, lo que hemos de hacer es tocarle el culo jajajajajaja.
En fin, qué decir si no eso de que cada meta alcanzada es el inicio de un nuevo camino y que aquí acaba esta carta, siendo meta y camino. Meta de mi cariño para ti, camino de tu recuperación para mí porque, de una forma u otra, me lo contarás y yo me alegraré de corazón. Siempre adelante, amiga. Jamás hemos de rendirnos.
Recibe mi más afectuoso abrazo y no te rindas, vale la pena seguir soñando y sonreír. Para ti, por ti, contigo. Albertito.
VOCALÍA DE ACCIÓN LITERARIA DEL ATENEO DE MÁLAGA