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Somos las historias que contamos

Por JUAN GAITÁN (Presidente de la Federación de Ateneos de Andalucía)

Foto: Victoria Abón (Presidenta Institucional del Ateneo de Málaga)

MANIFIESTO POR EL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO

Somos las historias que contamos. Individual y colectivamente, como personas o como eso que se ha dado en llamar “La Humanidad”, el éxito de nuestra especie estriba en ese hecho único y, desde la perspectiva que se quiera, milagroso, de contar historias y de transmitir el conocimiento a través de la palabra.

De todas las herramientas creadas por los seres humanos la palabra, el lenguaje, es la primordial. Y cada libro es una caja donde se atesoran esas maravillosas herramientas con las que a cada momento, en todo momento, construimos el mundo, nuestro mundo, desde el descubrimiento del fuego a la invención de internet. Todo está basado, fundamentado, sostenido por la palabra.

Es evidente que el lenguaje nos hizo humanos, pero la lectura nos transformó de forma irreversible (como afirma el filósofo Richard Rorty), nos proporcionó una vida interior llena de personajes, la cualidad de viajar, de estar en otros mundos, de salir de nosotros mismos “entrando” en nosotros mismos a través de ese acto privado, aunque pueda ser colectivo, de la lectura.

Borges, que soñó el paraíso como una biblioteca infinita, sostenía que “de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.

Tenía razón, como casi siempre. Todo nuestro conocimiento y nuestra imaginación están en los libros. En los leídos está el rastro de lo que fuimos y en los que leeremos está quiénes llegaremos a ser.

Cada 23 de abril, por San Cervantes, conmemoramos ese milagro que es el libro. Una vieja tradición no tan antigua en realidad y afianzada sobre la fabulación de que Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso murieron los tres tal día como hoy de 1616 (la fecha de Shakespeare corresponde al calendario juliano, que sería el 3 de mayo del calendario gregoriano, y Cervantes murió en realidad el 22 de abril y el 23 fue el entierro).

Sea como fuere, cada 23 de abril recordamos que la palabra, y su templo, el libro, es una forma de cultura que nos hizo despegar como especie, que logró la conservación del conocimiento, su disponibilidad universal  y la  capacidad de trascender, de vencer al tiempo.

Larga vida al libro, ahora y siempre.

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