El pasado miércoles fue una tarde mágica en el MUPAM. Estuvimos con Lidia Bravo y Emmanuel Lafont dentro del ciclo La Ciudad Velada de la Fundación Rafael Pérez Estrada. En un paseo por los alrededores de museo, Lafont nos tentó a caminar marcha atrás, a escuchar sonidos lejanos, o a dibujar itinerarios con la mirada evitando tocar el suelo.
Volvimos a sumergirnos así en el espíritu de Derivas, extravíos en la ciudad del paraíso, el proyecto de la Vocalía Acción Literaria del Ateneo de Málaga que invita a perderse juntos por la ciudad (https://ateneomalaga.org/derivas/), y hablamos de cómo las ciento quince propuestas que reúne conforman un poema colectivo, lleno de conexiones inesperadas entre gente, palabras, imágenes y lugares.
Lidia y Emmanuele descubrieron desde sus respectivas propuestas para Derivas, que habían buscado lo mismo: espacios verdes. Emmanuele, con un itinerario por los micro-jardines espontáneos que nacen en las fisuras del cemento donde geolocaliza “soldados de clorofila”, brotes verdes que rompen el gris caparazón de la ciudad. Son testigos de la colaboración secreta entre naturaleza y urbe que nos hablan de resiliencia y de la belleza de lo insignificante.
Lidia, en cambio, se detuvo ante el vacío inmenso de los antiguos terrenos de Campsa. Pensó en árboles o en rascacielos, y en la labor de la plataforma Bosque Urbano Málaga, y aquella vieja aspiración de los situacionistas de borrar la diferencia entre vida y arte a través de la acción colectiva. En su deriva visualizó el utópico guion de un anuncio con desenlace redondo: Repsol patrocinaría el bosque, y veríamos, quizá justo después de las uvas, millones de años de evolución comprimidos en segundos, desde los procesos geológicos que dieron origen al petróleo hasta la alucinante metamorfosis de unos bidones en bosque mediterráneo en la Carretera de Cádiz. Una sola página separa la deriva de Lidia Bravo de la de Emmanuel Lafont, en este poema que sueña lo imposible sin que el bosque le impida ver los árboles, o viceversa.
Las grietas de Emmanuel nos llevaron al trabajo de Gordon Matta-Clark, quien en el Nueva York de los años setenta veía en cada fisura urbana un espacio de libertad, y llegó incluso a adquirir callejones y terrenos residuales, técnicamente inútiles, para cuestionar el concepto de propiedad y devolverles un sentido poético y social.
Por cierto, mañana sábado 30 de noviembre Bosque Urbano Málaga estará plantando árboles en los terrenos de Repsol, semillas que funden, de nuevo, lo pequeño con lo grande. Por si os apetece pasar a la acción, y seguir soñando con las manos en la tierra.
“DERIVAS. Extravíos en la ciudad del paraíso”, proyecto creado y dirigido por Vicky Molina y Lidia Bravo
Vocalía ACCIÓN LITERARIA