Por VICTORIA INÉS OROSA JIMÉNEZ El tórrido calor de la noche se agarraba a las aceras, flotaba en el aire denso sin dejar pasar una brizna de fresco, pasaban las tres de la mañana y como no podía coger el sueño me acerqué la ventana que ya estaba abierta de par en par, me asomé […]
