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Cervantes evita una tragedia

Por PACO BERNAL

El regreso de Marte se adelantó cuarenta horas debido a la tormenta solar.

Una vez en la Tierra, se dirigió a Doñana. Antes reserva de la Biosfera, luego erial y ahora Zona Especial de Entornos Artificiales, en el sudoeste del continente europeo. Se trata de un extraordinario ciclorama digital, multitud de pinos, en realidad simulaciones de carbono, y arenas blancas artificiales obtenidas por pulverización de cuarzo y esparcidas mediante cañones.

Avanzó por el sendero de grava 3D que conducía hasta su dúplex. La puerta estaba cerrada, rodeó la vivienda y través de un ventanal descubrió a su esposa Mandy desnuda y enroscada a un tipo al que no conocía de nada. Mierda, pensó.

Contempló la escena mientras les maldecía, yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Ciego de ira, regresó a la entrada principal, tomó el oxidado machete que colgaba en una pared del porche, adquirido años atrás en un destartalado local en el mercado de Portobello. Se dispuso a derribar la puerta con su pierna biónica, capaz de alcanzar los mil newtons de potencia, similar a la coz de un caballo de gran tamaño, pero de pronto recordó un verso perteneciente a un viejísimo soneto, y lentamente lo hizo suyo:

miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.

Texto seleccionado en el concurso “LO QUE EL VERBO SE LLEVÓ”

Especial de microrrelatos con motivo del “FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA 2021”

Vocalía de Acción Literaria del Ateneo de Málaga

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