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“Tenemos que aprender a convivir con nosotros mismos”

Por LOLA MESA

Texto seleccionado en el concurso de cartas «PASTILLAS DE PAPEL», destinado a los pacientes de la planta de Infecciosos del Hospital Regional Universitario de Málaga a través de la Enfermera Cartera

Querido amig@,

Me llamo Lola y ahora mismo me encuentro en clase de Filosofía escribiéndote una carta. No sabía de la existencia de este proyecto hasta que nuestra profesora nos lo ha propuesto; pero me parece una iniciativa preciosa. Por ello, te escribo. Seguramente no estés de humor para leer un texto de una desconocida aburrida de un colegio, y lo entiendo, pero déjame entretenerte por un rato.

No debe de ser fácil el no ver a nadie más que a ti; no tener otra compañía más que la tuya. A veces, el peor enemigo es uno mismo, y es por ello que tienes que ser fuerte durante el tiempo que estés ahí. Al fin y al cabo se trata de una guerra de ti contra ti y un virus. Sin embargo, no me cabe la menor duda de que serás tú quién la gane, y no esos pensamientos negativos o el maldito bicho que nos lleva acompañando desde el 2020; el año que tomábamos como el de la suerte por su número símetrico. Vaya gracia…

Aunque, no todo lo que nos ha traído este bicho ha sido malo. Lo sé, ahora estarás maldiciendo lo que acabo de decir y pensando que estoy de broma, pero…déjame que te explique. A ver, ¿cuántos abrazos dábamos antes cada día? El promedio. Unos 8 a 9, ¿verdad? ¿Y besos? Y, ¿qué me dices de choques de manos con tus amigos? Bueno, ¿y ahora qué? Apenas medio. Hemos aprendido a valorar esos pequeños detalles que antes considerábamos dados por hecho. Ese mínimo detalle que te alegraba el día por muy pequeño que fuese. A veces era la pequeñez en sí la que te producía tal alegría: un elogio de tu amigo, una caricia de tu abuela, un beso de tu madre,… El mundo era de color dorado (como esos “flashbacks” de las pelis que enseñan momentos felices”)…pero llegó la maldición: la cuarentena. Obligados a encerrarnos nos despedimos de cualquier muestra de afecto hasta dentro de unos meses. Y, según mi opinión, los españoles lo sufrimos más. El hecho de que seamos conocidos como “cariñosos” y “abiertos” lo dice todo. Además te lo digo yo, que estoy en el colegio alemán y algunos son un poquito “siesos”…

Dos semanas decíamos…aún recuerdo cuando nos dijeron en el colegio que nos íbamos de “vacaciones” durante unos días. “De p*** madre” pensamos todos. Lo mismo pensamos durante la primera extensión hacia el mes. Y sobre la segunda. Y a lo mejor la tercera. Pero ese grito de euforia se fue convirtiendo poco a poco en un “no saldremos de aquí” o en un “la sociedad se ha ido a pique”. Se volvió normal el hecho de aplaudir a las 8, escuchar “Resistiré” cada dos por tres, o Fernando Simón atragantándose con la mítica almendra.

Llegó mayo y pudimos empezar a salir de nuevo; pero ya no era lo mismo. Los desconocidos se lo volvieron más; ya solo se mostraba media parte del rostro escondiendo así, la parte física más bonita de una persona a mi parecer: la sonrisa. Ya no se podía distinguir si alguien te estaba sonriendo o si en realidad le picaba el ojo. Y yo que tengo miopía… pues imagínate.

Y entonces, comenzaron las obsesiones. El covid de repente estaba en todas partes. Te acercabas a alguien más de la cuenta: “Cuidado, el covid”; saludabas a alguien: “Cuidado, el covid”; mirabas a alguien: “Cuidado, el covid”. En definitiva: una locura.

Una de las cosas que he aprendido a lo largo de este tiempo ha sido a estar sola. Esto te lo cuento entre nosotros: hace unos años no lo pasé muy bien en general. A lo largo del tiempo me di cuenta que la que más me hacía daño era yo misma, y que si no aprendía a quererme yo, nadie lo iba a hacer. Por eso he empezado la carta con ese tema. Tenemos que aprender a convivir con nosotros mismos, ya que somos los únicos que vamos a estar con nosotros de principio a final.

A lo mejor estarás pensando “¿Pero esta qué se ha fumado?” y te estoy dando mucho el coñazo, pero realmente pienso que es importante saberlo.

Bueno, mi vida tampoco es muy interesante, pero para cambiar un poco de tema te voy a contar un poco de mí. Normalmente la presentación se hace al principio y mi profesora me suspendería, pero bueno. Soy una niña de 17 años recién cumplidos el 2 de febrero, lo cual me ha parecido una fecha muy extraña este año (2-02-2022). A pesar de haberme tenido que traer suerte fue un día bastante normal: un miércoles. Sin más.

También hago triatlón, me gusta salir de vez en cuando de fiesta, y me rallo por todo. Esa soy yo. Me encantaría escuchar algo sobre ti, la verdad. Eres como un amigo mudo (sin ofender claro). Solo sé una cosa sobre ti, amig@, y es que vas a salir muy pronto de ahí. Y seguramente esta carta quede en el olvido y pasen los años; y todo esto quede en una niña escribiéndole a su amig@ que estuvo en el hospital por un estúpido bicho que se acomodó en nuestras vidas y nos marcó, literalmente, de por vida. Me gustaría seguir escribiéndote, pero ya se está acabando la clase y me tengo que ir.

Espero que no pierdas la esperanza y que cuando pongas un pie en la calle; cuando sea un paso el que te separe del mundo exterior al estar abandonando el hospital; cuando ya haya pasado la tormenta, te acuerdes de mí. Yo estaré pensando en ti, querido amig@.

Mucha suerte 🙂

Lola

VOCALÍA DE ACCIÓN LITERARIA DEL ATENEO DE MÁLAGA

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