Por FRANCISCO BAUTISTA GUTIÉRREZ
La ciudad despertó, lentamente, con legañas en las ventanas. Sus habitantes tardaron un poco más en bajar de la cama y lo hicieron con la típica crisis de cerebro matutina. Todo parecía correctamente cotidiano y habría sido un día más, sin pena ni gloria, de no ser porque nada ni nadie tiene el poder ni el derecho a decirnos que no podemos conseguir aquello que deseamos, pero no siempre es así, hay algo que se interpone y son esos sentimientos desconocidos pero que consiguen que suba el color a nuestro rostro, y eso me sucede ante la figura, la mujer casi desnuda, de mi altura, silenciosa que me mira.
-¿Quién eres?…le pregunto sin obtener respuesta.
Solo la mirada de la gente que se cruza con nosotros, que está a mi alrededor, conciudadanos de esta fría y gran ciudad, con calles en las que se agolpan delincuentes de todo tipo confundidos con los estafadores y prostitutas que vagan alrededor de los borrachos que temblando buscan un futuro que no van a encontrar tan fácilmente, tristes e inútiles seres que me miran con los ojos perdidos, rojizos, llorosos.
-¿Qué le ha pasado a tu cabello?… le increpo al ser que está frente a mí, que no se mueve.
No responde, y guardo silencio porque no sé qué decir, porque pienso que nada tiene importancia o quizás no le gusta que le diga lo que pienso y callo, me oculto en mi silencio porque no quiero perderme en palabras vanas, en pensamientos absurdos, tratando de pasar sin decir nada aunque no pueda, sin pisar para no dejar huella, ni hablar para no dejar mi voz en el aire, pero me es imposible, me apena su blanquecina piel sin más pudor.
-Dime algo….
Me atrae toda ella, pero el pudor se confunde con el silencio, desconocido por mí que no puedo dejar de expresarme, de esas palabras que si no salen acaban empujándose unas a otras sin tener miedo al fracaso que puede llegar a pasos agigantados.
Un susurro tintinea en mi cerebro cuando observo sus labios y encuentro en ellos una sonrisa, leve, irónica, una caricia que no sale pero que en silencio responde a mis palabras.
Me despojo de mi chaqueta, la dejo caer al suelo y luego hago lo mismo con los pantalones que acaban enredados entre los pies y sigo con la camisa, sin pudor, sin miedo a mi desnudez, cubierto solo con la pequeña prenda que apenas cubre nada, como sucede con ella, cubierta solo con la capa que deja al descubierto un pecho y transparenta sus torneadas piernas.
-¡Qué buena pareja hacemos!…..
Una pareja sin diferencias bajo el atardecer, quieto y sereno como la luna que nos mira desde el horizonte. Escucho mi nombre que dice o digo y susurro el suyo deslizándose entre mis labios.
Y me doy cuenta que ha llegado mi hora, que este lugar está preparado para amar y este momento es el indicado para entregarnos uno al otro, que la hierba está bajo mis pies y con suavidad extiendo mis dedos para acariciar el pezón.
-Déjame, te gustará, -le digo intentando besarla. Permanece impávida, fría y en silencio. -A todas las mujeres les gusta mi manera de acariciar.
Le digo mientras buscan mis manos los cierres de la capa para de esa manera soltarlo y acercarme un poco más a su desnudez, atrevido, solícito, impaciente, alejando esa melancolía que me oprime y dejando a un lado el miedo a fracasar, sin preocuparme de nada ni de nadie, amando lo que se hace, despojándome de la última prenda que me queda.
Me acerco a ella, miro y comprendo lo que sucede cuando la empujo para acostarla y cae y se rompe en mil pedazos mientras la gente alrededor me mira curiosa y burlona, criaturas que ven como me arrojo llorando sobre los restos de la estatua de mármol.
¡Participa! Las derivas seleccionadas de las recibidas a lo largo de este año picassiano se irán difundiendo a través de las distintas plataformas y canales del Ateneo de Málaga, y de entre ellas se elegirán tres, que obtendrán un ejemplar de DERIVAS, con los prints exclusivos de los artistas Chema Cobo y Elo Vega. Anunciaremos los nombres de los ganadores a finales de 2023.
Más info aquí:
“DERIVAS. Extravíos en la ciudad del paraíso” es un proyecto creado y dirigido por Vicky Molina y Lidia Bravo
VOCALÍA ACCIÓN LITERARIA
