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El Chinchurria

Texto seleccionado en el concurso de relatos “7 vidas”, para homenajear a perros y gatos, que desde finales del pasado año son reconocidos legalmente como miembros de nuestras familias

Por J. MEDINA

Ya cantó el gallo Pancho, debe estar amaneciendo. No falta mucho para que  Rodolfo pase caminando rumbo al trabajo, cuando cruce la esquina Juan Hilario se le meterá en la casa y consentirá a su mujer. Siempre me he preguntado qué pasaría si uno de estos días Rodolfo se regresara.

Después Conzuelo saldrá a la calle con su escoba a barrer el frente y a desperdiciar el agua lavando la vereda todo el tiempo sucia y llena de grasa porque su marido no hace más que echarle mecánica a esa troja azul que siempre está accidentada.

En un rato iré a mearle el portón a Isidro pa´ que se encabrone Pericle. El día que se escape, de seguro me mata. Después me acercaré a la casa de Blanca a revolverle la basura porque probablemente hoy hay huesitos de alitas de pollo. Si no encuentro nada bajaré a donde Felipe, que siempre que me ve, va a buscar un buen plato bien variado y me lo sirve como a un príncipe. Pobre Pericle que lo único que come es esa comida de perro, ese nunca ha saboreado un buen pedazo de pellejo, salado y jugoso.

Hoy sacan a Fifí, así que pasaré el día en la esquina para verla pasar. La otra vez me le acerqué, pero Martín su humano me dio una patada para dejarme claro que ella era intocable. Es que la gente es chismosa en este barrio y se ha corrido la voz de que cuidado con el Chinchurria que anda por ahí de realengo. Así que, Fifí, tal vez nuestra historia no será más que verte pasar por la esquina antes de que Francisca monte el tarantín de las empanadas, porque  el otro día me amenazó con quemarme con aceite. ¿Qué le pasa a la gente de este barrio?, ¿cómo se le ocurre decirme tal barbaridad? Y eso que la otra noche la salvé de los delincuentes que se le estaban metiendo al patio de la casa; ¡¿y así me paga!? Ni siquiera es capaz de lanzarme una empanada de esas que huelen tan sabrosas y deben ser maravillosas porque ya a las diez de la mañana no le queda ni una y nadie desperdicia ni una migaja. El  Hortensio se las come y hasta se chupa los dedos para que yo sienta envidia; es por eso que cada vez que pasaba en la bicicleta lo perseguía, hasta que me sacó el machete y lo rastrilló en el asfalto haciendo chispa; yo dije, mierda y me tuve que ir con el rabo entre las piernas. Ese Hortensio es medio loco, capaz y me despide de este mundo y adiós Fifí, alitas de pollo, almuerzos en el frente de Felipe y los ratos de macho alfa al mearle el portón a Pericle, mientras él enfurecido me ladra de las mil maneras cómo acabará conmigo, yo continúo meándole el portón de la casa y le correteo de un lado a otro desde la calle, hasta que sale Isidro y me grita: “Fuera de aquí Chinchurria, no seas camorrero que si Pericle se sale adiós luz que te apagaste.” Y tiene razón porque ese Pericle es enorme y tiene la mirada tenebrosa. Entonces, voy haciéndome el que no tiene miedo, casi siempre a la casa de los Montalbas porque allí pega una sombrita buena pa´ echar la siesta y nadie me ofrece patadas, ni aceite caliente, ni machetazos.

            Hasta la nochecita cuando pega nuevamente el hambre y allí si estoy jodido porque nadie me pone nada y debo ir hasta el cerrito a echarme diente con los otros, que al igual que yo, viven en el abandono y la ceguera del hambre. De repente nos corren los plomazos que intercambian la banda del Vitico y la del Gato y entonces, a correr se ha dicho por los matorrales y se le olvida a uno el hambre porque lo más importante es salvar el cuero. Luego el barrio se hunde en un silencio abismal y puedo escuchar desde muy lejos que viene el carro del señor Esteban y me contento porque siempre me trae los huesos de la pollera en la que trabaja; después de darme banquete vengo aquí, a este rinconcito frente a su casa a cuidarle el auto del Chuíto que siempre anda como alma en pena en la madrugada viendo con qué rebuscarse. Ahí  pasó Rodolfo y allá está el Juan Hilario esperando a que cruce la esquina.

*En la foto Lucho, de la Protectora de Animales de Málaga, interpreta en este relato el papel de El Chinchurria, él también tiene su historia, conócela: https://www.protectoramalaga.com/perro-en-adopcion/lucho/6557/1/sexo%3AMacho%40tamano%3A%40raza%3A%40opc_cachorro%3A%40opc_geriatrico%3A/

Ya sabéis que hay mucho que hacer por estos leales amiguetes, así que os animamos a visitar las propuestas de la Protectora de Animales www.protectoramalaga.com/index.html y de la Fundación Ochotumbao para pasar a la acción www.ochotumbao.org/

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